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martes, 22 de diciembre de 2009

TRATADOS HERMETICOS -- TRATADO III

TRATADOS HERMETICOS

TRATADO III

DISCURSO SAGRADO

1.

Dios, Gloria de todas las cosas, lo divino y la naturaleza divina.

Dios, Principio de todos los seres, la inteligencia, la naturaleza y la materia. La sabiduría manifiesta del universo[1] del que lo divino es el principio, la naturaleza, energía, necesidad, fin y renovación.

Existía una oscuridad sin límites en el abismo y en el agua, y un espíritu sutil e inteligente, contenidos en el caos por el poder divino[2].

Entonces, una luz santa se elevó y, desligándose de la sustancia húmeda, los elementos se condensaron, y todos los dioses dividieron los seres de la naturaleza germinal[3].

2.

Cuando todas las cosas eran indefinidas y no formadas[4], los elementos ligeros se separaron de los otros dirigiéndose hacia lo alto, y los elementos pesados reposaron sobre el fundamento de la tierra húmeda; todo el universo fue dividido en sus partes bajo la acción del fuego, y fue mantenido en suspensión para poder ser vehiculado por el soplo[5].

Y en el cielo aparecieron siete círculos, y los dioses se manifestaron en forma de astros, con todas sus constelaciones[6], y la (naturaleza superior) fue ajustada, según sus articulaciones, con los dioses que contenía en sí misma[7]. Y el aire envolvió al círculo exterior[8], llevado en su curso circular por el aliento divino.

3.

Y cada dios, según su poder, realizó la obra que le había sido asignada, y así nacieron los animales cuadrúpedos, y los que reptan, y los animales acuáticos, y los que vuelan, y toda semilla fecunda, y la hierba, y los tiernos brotes de toda flor que poseyera en sí mismo la simiente de la reproducción.

Y sembraron también las generaciones de los hombres para conocer las obras divinas y dar un testimonio activo de la Naturaleza[9], para acrecentar el número de hombres, para reinar sobre todo cuanto existe bajo el cielo y reconocer el bien[10], para crecer en tamaño y multiplicarse en multitud, y toda alma envuelta en carne por el curso de los dioses circulares[11], para contemplar el cielo, el curso de los dioses celestes, las obras divinas y las energías de la Naturaleza, y para distinguir los bienes, para conocer el poder divino, para aprender a discernir el bien y el mal, y descubrir todas las artes útiles.

4.

A partir de entonces comenzó para ellos la vida humana y la adquisición de sabiduría, conforme a la suerte que les fue asignada por el curso de los dioses cíclicos, y lo que quede de ellos se disolverá tras dejar sobre la tierra los grandes monumentos de sus industrias. Su vida y su sabiduría están regidas desde el origen por el curso de los dioses circulares y en él se resuelven.

Y habrá grandes y memorables obras sobre la tierra, dejando la destrucción a la renovación de los tiempos. Y toda generación de carne animada y de semilla de frutos, y todas las obras perecederas serán renovadas por la necesidad y la renovación de los dioses, y la marcha periódica y regular de la Naturaleza, y el curso de la naturaleza será regulado por el número.

Porque lo divino es el orden del mundo y su renovación natural, y la Naturaleza se encuentra establecida en lo divino[12].



[1] O bien, “pues él es la sabiduría para la revelación de todas las cosas”, García i Amat, “Obras Completas”.

[2] O bien, “y todo esto existía en el caos por la potencia divina”, Id.

[3] O bien, “los elementos surgieron de la esencia húmeda, y todos los dioses desenmarañaron la Naturaleza fecunda”, L. Menard, “Los Libros de Hermes Trismegisto”.

[4] O bien, “Estando el universo en la confusión y el desorden”, Id.

[5] O bien, “... siendo separadas todas las cosas por el fuego y suspendidas para ser elevadas por el Espíritu”, Id.

[6] Menard traduce “caracteres”, op. cit.

[7] Menard traduce, simplemente “y los astros fueron contados con los dioses que están en ellos”, op.cit.

[8] O bien, “Y el círculo envolvente giró en redondo en el aire...”, García i Amat, op. cit.

[9] O bien, “y testimoniar la energía de la Naturaleza”, Menard, op. cit.

[10] O bien, “las cosas buenas”, García i Amat, op. cit.

[11] O bien, “cíclicos”, García i Amat, op. cit.

[12] O bien, “Pues lo divino es la entera combinación cósmica renovada por la naturaleza, pues también en lo divino la naturaleza ha obtenido su solio”, García i Amat, op. cit.

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