EVANGELIO
DE MARÍA MAGDALENA
«... lo restante del camino, de
la medida justa, del tiempo, del siglo, descanso en silencio». Dicho que hubo
esto, María calló, como si el Salvador le hubiera hablado (solamente) hasta
aquí. Entonces dice Andrés: «Hermanos, qué os parece de lo dicho? Porque yo, de
mi parte, no creo que haya hablado esto el Salvador, pues parecía no estar de
acuerdo con su pensamiento». Pedro dice: «¿Pero es que, preguntado el Señor por
estas cuestiones, iba a hablar a una mujer ocultamente y en secreto para que
todos (la) escucháramos? ¿Acaso iba a querer presentarla como más digna que
nosotros?»
[Laguna]
...del Salvador?». Leví dice a
Pedro: «Siempre tienes la cólera a tu lado, y ahora mismo discutes con la mujer
enfrentándote con ella. Si el Salvador la ha juzgado digna, ¿quién eres tú para
despreciarla? De todas maneras, Él, al verla, la ha amado din duda.
Avergoncémonos más bien, y, revestidos del hombre perfecto, cumplamos aquello
que nos fue mandado. Prediquemos el evangelio sin restringir ni legislar,
(sino) como dijo el Salvador». Terminado que hubo Leví estas palabras, se
marchó y se puso a predicar el evangelio según María.
Fuente: Los Evangelios Apócrifos
EVANGELIO DE MARÍA
PALABRAS DE JESÚS
La materia y el mundo
7 [...] entonces, ¿será destruida o
no la materia? El Salvador dijo: «Todas las naturalezas, todas las producciones
y todas las criaturas se hallan implicadas entre sí, y se disolverán otra vez
en su propia raíz, pues la naturaleza de la materia se disuelve en lo que
pertenece únicamente a su naturaleza.Quién tenga oídos para escuchar, que
escuche.
La materia y el pecado
Pedro le dijo: «Puesto que nos
lo has explicado todo, explícanos también esto: ¿cuál es el pecado del mundo?».
El Salvador dijo: «No hay pecado, sin embargo vosotros cometéis pecado cuando
practicáis las obras de la naturaleza del adulterio denominada «pecado». Por
esto el bien vino entre vosotros, hacia lo que es propio de toda naturaleza,
para restaurarla en su raíz».
Prosiguió todavía y dijo: «Por
esto enfermáis y morís, puesto que 8 [practicáis lo que os extravía.
Que quien pueda comprender] comprenda. [La materia engendró] una pasión carente
de la semejanza, puesto que procedió de un acto contra natura. Entonces se
produce un trastorno en todo el cuerpo. Por esto os dije: Estad en armonía (con
la naturaleza), y si no estáis en armonía, sí que estáis en armonía ante las
diversas semejanzas de la naturaleza. Quien tenga oídos para escuchar, que
escuche».
Últimos preceptos
Después de decir todo esto, el
Bienaventurado se despidió de todos ellos diciendo: «La paz sea con vosotros,
que mi paz surja entre vosotros. Vigilad para que nadie os extravíe diciendo:
«Helo aquí, belo aquí», pues el hijo del hombre está dentro de vosotros;
seguidlo. Los que lo busquen lo hallarán. Id y proclamad el evangelio del
reino. No 9 impongáis más preceptos que los que yo he establecido para
vosotros, y no deis ninguna ley, como el legislador, para que no seáis
atenazados por ella».
Dicho esto, partió.
INTERMEDIO
Ellos, sin embargo, estaban
entristecidos y lloraban amargamente diciendo: «¿Cómo iremos hacia los gentiles
y predicaremos el evangelio del reino del hijo del hombre? Si no han tenido con
él ninguna consideración, ¿cómo la tendrán con nosotros?».
Entonces Mariam se levantó, los
saludó a todos y dijo a sus hermanos: «No lloréis y no os entristezcáis; no
vaciléis más, pues su gracia descenderá sobre todos vosotros y os protegerá.
Antes bien, alabemos su grandeza, pues nos ha preparado y nos ha hecho
hombres». Dicho esto, Mariam convirtió sus corazones al bien y comenzaron a comentar
las palabras del [Salvador].
10 Pedro dijo: «Mariam, hermana,
nosotros sabemos que el Salvador te apreciaba más que a las demás mujeres.
Danos cuenta de las palabras del Salvador que recuerdes, que tú conoces y
nosotros no, que nosotros no hemos escuchado». Mariam respondió diciendo: «Lo
que está escondido para vosotros os lo anunciare». Entonces comenzó el
siguiente relato:
PALABRAS DE MARÍA MAGDALENA
Visión de María
«Yo —dijo— vi al Señor en una
visión y le dije: «Señor, hoy te he visto en una visión». Él respondió y me
dijo: «Bienaventurada eres, pues no te has turbado al Verme, pues allí donde
está el Intelecto, allí está el tesoro». Yo le dije: «Señor, ahora, el que ve
la visión ¿la ve en alma o en espíritu?». El Salvador respondió y dijo: «No la
ve ni en alma ni en espíritu, sino que es el Intelecto que se halla en medio de
ellos el que ve la visión, y él es el que [...]».
[Laguna: faltan las páginas 11-14].
La ascensión del alma
15 [...] a él, y la Concupiscencia
dijo: «No te he visto bajar y ahora te veo subir. ¿Por qué mientes, si me
perteneces?». El alma respondió diciendo: «Yo te he visto, pero tú no me has
visto ni me has reconocido. Por la vestimenta, que era tuya, y no me
reconociste». Una vez dicho esto, (el alma) se apartó con gran alegría y
seguidamente cayó en manos de la tercera potestad, la llamada Ignorancia. Esta
interrogó al alma diciendo: «¿A dónde vas? En maldad estás atenazada; puesto
que estás dominada, no juzgues». El alma dijo: «¿Por qué me juzgas tú a mí, si
yo no te he juzgado? Yo he sido dominada, pero no he dominado. No he sido
reconocida, pero be sabido que el universo está siendo disuelto,
tanto en las cosas terrenales 16 como en las cosas celestiales».
Una vez el alma hubo sobrepasado
la tercera potestad, continuó ascendiendo y divisó la cuarta potestad, la de
siete formas. La primera forma es la tiniebla; la segunda, la concupiscencia;
la tercera, la ignorancia; la cuarta, la envidia de muerte; la quinta, el reino
de la carne; la sexta, la loca inteligencia de la carne; la séptima, la sabiduría
irascible. Estas son las siete potestades de la ira, las cuales preguntan al
alma: «¿De dónde vienes, homicida? ¿A dónde vas, dueña del espacio?». El alma
respondió diciendo: «Lo que me ata ha sido matado y lo que me atenaza ha sido
aniquilado, y mi concupiscencia se ha disipado y mi ignorancia ha perecido. A
un mundo he sido precipitada 17 desde un mundo, y a una imagen
desde una imagen celestial. La ligadura del olvido dura un instante. En
adelante alcanzaré el reposo del tiempo (kairós), del tiempo (chrónos),
(el reposo) de la eternidad, en silencio».
EPÍLOGO
María Magdalena reveladora de Jesús
Después de decir todo esto,
Mariam permaneció en silencio, dado que el Salvador había hablado con ella
hasta aquí. Entonces, Andrés habló y dijo a los hermanos: «Decid lo que os
parece acerca de lo que ha dicho. Yo, por mi parte, no creo que el Salvador
haya dicho estas cosas. Estas doctrinas son bien extrañas». Pedro respondió
hablando de los mismos temas y les interrogó acerca del Salvador: «¿Ha hablado
con una mujer sin que lo sepamos, y no manifiestamente, de modo que todos
debamos volvernos y escucharla? ¿Es que la ha preferido a nosotros. 18
Entonces Mariam se echó a llorar y dijo a Pedro: «Pedro, hermano mío, ¿qué
piensas? ¿Supones acaso que yo he reflexionado estas cosas por mí misma o que
miento respecto al Salvador?
Entonces Leví habló y
dijo a Pedro: «Pedro, siempre fuiste impulsivo. Ahora te veo ejercitándote
contra una mujer como si fuera un adversario. Sin embargo, si el Salvador la
hizo digna, ¿quién eres tú para rechazarla? Bien cierto es que el Salvador la
conoce perfectamente; por esto la amó más que a nosotros. Más bien, pues,
avergoncémonos y revistámonos del hombre perfecto, partamos tal como nos lo
ordenó y prediquemos el evangelio, sin establecer otro precepto ni otra ley
fuera de lo que dijo el Salvador».
Luego que 19 [Leví hubo dicho estas palabras],
se pusieron en camino para anunciar y predicar. El evangelio según Mariam.
Fuente: Textos
Gnósticos - Biblioteca Nag Hammadi II