TRATADOS HERMÉTICOS
EL APOCALIPSIS DE HERMES POR EL MUY
CÉLEBRE HELVETIUS AUREOLUS, EL SEGUNDO
HERMES
De la revelación del espíritu oculto de la naturaleza
Hermes, Platón, Aristóteles y los demás filósofos que han florecido en tiempos
diferentes, inventores de las artes que han considerado con asiduidad las potencias de
las criaturas inferi ores, se han preguntado, animados por un gran deseo, si era posible
encontrar entre las criaturas alguna cosa que protegiese el cuerpo del hombre de la
destrucción y que le mantuviese en una vida permanente. La respuesta ha sido que no
existía nada que liberase al cuerpo destructible de la muerte, pera que no obstante
existía realmente una cosa que suprimía la corrupción, devolvía la juventud,
prolongaba la breve vida hasta la edad de los patriarcas. La muerte ha sido el castigo
infligido a nuestros antepasados: Adán, Eva y sus descendientes no pueden sustraerse
de ella. Así, dichos filósofos y otros aún se han esforzado mucho en buscar, antes de
cualquier otra cosa, este uno único, y han descubierto que lo que preserva el cuerpo
del hombre de la corrupción y prolonga la vida es, en todas sus propiedades,
comparable al cielo por lo que respecta a su relación con los demás elementos.
Han comprendido que el cielo es una esencia superior a los cuatro elementos tanto
como a las cuatro cualidades y lo han considerado como la quintaesencia, por la
relación que mantiene con los cuatro elementos, ya que el cielo es indestructible,
inmutable y no soporta jamás ninguna intrusión ajena. Pensaron que era preciso
extraer este uno único de las potencias de nuestro cuerpo, y los filósofos le han dado
este nombre. No es caliente ni seco como la tierra, y es para todos los elementos
finalidad, ecuación perfecta, mezcla exacta de las potencias necesarias, reunión
particular de las virtudes espirituales, unión invisible del cuerpo y del alma, esencia
más pura y más noble de un cuerpo indestructible, extraída por el arte, esencia que no
puede ser destruida ni atacada en lo más mínimo por los elementos. Aristóteles se
sirvió de ella para sazonar una manzana cuyo perfume prolongaba la vida, cuando la
edad, -quince días antes de su muerte-, le quitó el apetito y la sed.
Esta esencia espiritual y cosa única ha sido revelada desde lo alto a Adán, los santos
patriarcas han alimentado un deseo particular de ella, Hermes y Aristóteles la llaman la
verdadera, sin mentira alguna, la cierta, la más cierta de todas, la más secreta de las
secretas. Potencia divina escondida en la naturaleza, es la mejor y la más alta que
pueda ser buscada bajo los cielos, la maravillosa conclusión y el término de todas las
obras filosóficas, se encuentra en ella, el rocío del cielo y el peso graso de la tierra. En
su espíritu se descubre lo que el hombre no es capaz de formular, como dice Morien:
tenerlo es poseer todo, ya no tener necesidad de ninguna otra ayuda porque este
espíritu encierra toda la bienaventuranza, toda la salud del cuerpo y la felicidad
terrestre. El es el espíritu de la quintaesencia, el manantial de toda la alegría bajo el
círculo lunar. Sostiene el cielo, mantiene la tierra, mueve el mar, excita el viento, hace
bajar la lluvia, mantiene todas las cosas y potencias. Espíritu elegido que domina todas
las demás cosas y espíritus celestes, da la salud, la felicidad, la alegría, la paz, el
amor, expulsa en general todos los males, cura toda enfermedad, aleja el odio y la
tristeza, introduce la alegría, destruye la pobreza y la miseria, en todo bien él es el
guía, impide a cualquiera decir o pensar mal, da al hombre lo que desea su corazón, a
los hombres piadosos da el honor terrestre y una larga vida, a los malvados que
abusan de él, las penas eternas. He ahí el espíritu de la verdad que el mundo no puede
asir sin la inspiración del Espíritu Santo o bien sin la enseñanza de aquellos que le
conocen. Su naturaleza no puede ser reconocida, al igual que su potencia. Infinito es
su poder, y los santos han deseado verle desde el inicio del mundo.
Avicena llama a este espíritu alma del mundo. En efecto, al igual que el alma pone en
movimiento todos los miembros del cuerpo, asimismo este espíritu pone todos los
cuerpos en movimiento. Y, así como el alma ocupa todos los miembros del cuerpo,
asimismo este espíritu está presente en todas las criaturas elementales. Muchos lo
buscan pero pocos lo encuentran. Se le cree lejos, pero se le coge muy cerca. Está
presente en cada cosa, en todo lugar y en todo tiempo. Contiene las energías y la
eficacia de todas las criaturas y tiene su lugar en todos los elementos a la vez. En este
uno único se encuentra la potencia suprema de toda cosa y de cada cosa. De estas
potencias Adán y los demás patriarcas extrajeron la salud de sus cuerpos y la
longevidad de sus vidas, gracias a ellas, algunos conocieron gran riqueza y
prosperidad. Los filósofos que lo descubrieron al precio de una gran labor y de una
gran asiduidad, lo ocultaron en frases extrañas y misteriosas a fin de que no fuese
revelado a los indignos y que las nobles perlas no fuesen echadas a los puercos. En
efecto, si estuviera en el poder de cualquiera, toda asiduidad, toda actividad cesarían,
el hombre no tendría más que un único deseo, la posesión de este Uno único, la gente
ya no viviría como se debe y el mundo se hundiría: por su avidez y por su opulencia,
irritarían a Dios. Porque ningún ojo ha visto ni ninguna oreja oído aquello de lo que el
cielo ha revestido naturalmente este espíritu, porque ningún corazón humano ha
tenido el eco de él. Yo hago en honor de Dios un breve resumen de algunas
propiedades de este espíritu que los filósofos han experimentado, a fin de que las
personas piadosas que en el porvenir pudieran recibir este don divino lo celebren en
sus beneficios con fervor. Y os mostraré también la virtud y las potencias que reserva
a cada ser, cómo se manifiesta corporalmente, a fin de que sea descubierto y
reconocido con tanta mayor facilidad.
En su ser primero, este espíritu aparece en un cuerpo terrestre, sucio y lleno de una
debilidad multiforme. Pero encierra las siguientes propiedades: cura todas las heridas y
toda la corrupción que ataca a los miembros del hombre, engendrando carne sana y
consumiendo la gangrena, purificando toda putrefacción y toda hediondez en cualquier
lugar que se fijen, curándolo todo en el interior y en el exterior.
En su segundo ser, reviste la apariencia de un cuerpo acuoso, más bello que en el
primer caso, lo que hace que todavía sea corruptible bajo ciertos aspectos. Pero cuánto
mayores son su energía, su eficacia y sus virtudes, más eficaz es también en todas sus
operaciones, y está más cerca de la verdad. Bajo esta forma presta ayuda en general,
debido a su naturaleza oculta, a todas las enfermedades, frías y calientes, y es notable
su utilidad en los casos de envenenamiento. Expulsa el veneno del corazón, disuelve
sin esfuerzo todos los depósitos pulmonares y, habiéndolos destruido y deteriorado, los
cura independientemente de su agitación. De este modo purifica la sangre.
Descompone los depósitos que se han producido en los lugares espirituales, evitando
toda prosecución de la destrucción. Absorbido tres veces al día durante una semana,
aporta consolación y esperanza a toda enfermedad.
En su tercer ser, manifiesta un ser aéreo y un cuerpo de la naturaleza del aceite, que
está casi liberado de todas sus imperfecciones. En este caso, demuestra obras
completamente asombrosas, porque permite a los jóvenes que lo absorben de forma
regular en su alimento, aunque sea en pequeñas dosis, conservar su cuerpo en un
estado de belleza y de fuerza. Evita que domine la melancolía y la inflamación de la
bilis, desarrolla más allá de la medida sangre y esperma, y a menudo los pacientes
deben ser sangrados. Desobstruye, vuelve menos espesas las venas y los vasos
sanguíneos y, cuando un miembro tiende a desaparecer, le vuelve a dar su justa
medida. De igual modo, cuando un adolescente tiene un ojo alterado, en el momento
de su crecimiento y antes de alcanzar la madurez, la instilación cotidiana de algunas
gotas, seguida de un reposo de un mes, le devolverá la vista con total seguridad.
Cuando un miembro alcanza un cierto grado de putrefacción y de superfluidad, él lo
elimina y lo disuelve al instante, reemplazando las partes perdidas.
En su cuarto ser, aparece en un cuerpo ígneo que todavía no está totalmente
desembarazado de todas las imperfecciones, que aún tiene un componente ígneo, y
cuya desecación es insuficiente. Grandes son sus virtudes: es eficaz, a todos da la
juventud. Si un enfermo condenado a la muerte absorbiese mezclado en vino un poco
de este fuego, del peso de un grano de cebada, y si este medicamento pudiera
alcanzar el estómago por vía bucal, el paciente sería reconfortado, recalentado y el
medicamento alcanzaría el corazón, donde suprimiría toda humedad superflua. Expulsa
el veneno, vuelve a dar vida al calor natural del hígado. Este fuego, absorbido por los
ancianos en pequeña cantidad, elimina la enfermedad de la edad y adquieren entonces
la juventud del corazón y del cuerpo, por esto que se le Llama elixir de vida.
En su quinto y último ser, aparece bajo un cuerpo glorificado e iluminado, sin defecto.
Ahí brillan sol y luna, en ellos él posee todas las energías y todas las propiedades que
posee en las demás esencias y de las cuales hemos hablado: con más belleza e incluso
maravilla, pues las obras naturales son consideradas en él como misterios divinos, ya
que vuelve a dar vida a los cuerpos viejos, muertos y desecados, dado que si se aplica
en las raíces de un árbol, éste recobrará vida, reflorecerá y traerá frutos. Si se mezcla
este espíritu con el aceite de una lámpara, ésta no se apaga, quema eternamente sin
pérdida alguna. Transforma cada cristal en piedras preciosas de todos los colores, tan
buenas y tan preciosas como las que salen de las minas, y realiza también muchas
otras cosas que no hay que revelar a la gente malvada, cosas que son consideradas
como imposibles. En efecto, cura a todos los cuerpos, muertos o vivos, sin adjunción
de ninguna otra medicina, y pido que Cristo me sea testigo, pues no miento en nada:
en él se encuentra la sola influencia de todos los cuerpos celestes que se buscan en
todos los cuerpos y que se han esparcido en cada cosa en particular. Los primeros
revelan todos los tesoros ocultos en el mar y sobre la tierra, mientras que él
transforma en sol a todos los cuerpos metálicos y que, bajo los cielos, no se encuentra
nada que le sea semejante.
Este espíritu es el misterio oculto desde el origen del cual sólo algunos santos a
quienes Dios ha otorgado la revelación han percibido la profusión de honor; es este
espíritu el que provoca en el aire una lluvia ígnea, el que conduce la terrestreidad hacia
el cielo, mientras que ríos enteros de mar vivo fluyen de su vientre y de su cuerpo.
Este espíritu vuela hacia el cielo por medio del mundo intermediario. Nube que sube de
la aurora, introduce en el agua su Fuego que arde y tiene en el cielo su tierra
clarificada, eliminando la malignidad de Saturno y de Júpiter, dando a Júpiter el
resplandor del sol y a Mercurio el de la luna. ¡Para Venus, para Venus su hermana,
hace fluir la miel de las rocas, por los minerales está lleno de un eterno amor!
A pesar de las acusaciones de error que recaen sobre este espíritu que los
calumniadores tendrán por falso, aquellos que saben, aquellos que lo experimentan
realmente, lo juzgarán verdadero y posible, por poco que se quiera comprender
fielmente las palabras escondidas. ¡No te enfrentes pues a este espíritu antes de tener
de él una comprensión suficiente, porque Dios es maravilloso en sus obras, y sus obras
son, como su Sabiduría, innumerables!
En su naturaleza ígnea, este espíritu se Llama Sandaraca, en su naturaleza aérea
Kubrick; Aliochat en su naturaleza terrestre. Pero estas denominaciones engañan a
aquellos que le buscan sin antes haberlo reconocido, y que piensan que se descubrirá
por estos procedimientos inútiles para nuestro arte. Aunque estos nombres designen
las propiedades del espíritu que buscamos, él no está, ni puede encontrarse en estos
cuerpos, ya que un espíritu clarificado no puede manifestarse en apariciones. En
efecto, en un cuerpo como éste, -adaptado a su généro, y aunque se le dé tal o cual
nombre-, no debe considerarse que existen diferentes espiritus: sea cual fuere el
nombre que se le atribuya, no hay más que un único espíritu, eternamente, espíritu
cuya ascensión ilumina la claridad del cielo, cuya pureza en este instante es
incorporada a la tierra y que, en el curso de su carrera, abrara el crecimiento de las
aguas. No es un ángel de las jerarquías inferiores. Su nombre es Rafael, el ángel de
Dios, el más sutil y el más noble, y también el más puro, y los demás le obedecen
como se obedece a un superior. Esta substancia espiritual no es ni celeste ni infernal,
es un cuerpo aéreo, puro y espléndido, la forma intermediaria entre los seres sublimes
e inferiores, desprovista de entendimiento, pero fecunda en su operación, la más
escogida y llena de gracia de todas las otras cosas celestes. Esta obra divina es
demasiado profunda para que un insensato la pueda comprender, porque es el secreto
último y sublime de la naturaleza, el Espíritu del Señor que llena el círculo de la tierra,
que planeaba en el comienzo sobre las aguas y que el mundo no puede asir sin la
secreta y graciosa infusión del Espíritu Santo, o bien sin la instrucción secreta de sus
conocedores. El mundo entero lo desea a causa de las energías que encierra, energías
que los hombres jamás serán capaces de apreciar suficientemente. En efecto, estas
energías penetran los planetas, elevan las nubes y expulsan las brumas, dan la luz a
cualquier cosa, transforman todo en oro y en plata, confieren la salud y la profusión de
los tesoros, purifican la lepra, despejan la vista, reconfortan las almas tristes, cuidan a
los enfermos, manifiestan todos los tesoros ocultos, curan en general todas las
enfermedades y todas las imperfecciones.
Este espíritu ha permitido a los filósofos descubrir las siete artes liberales, ha
engendrado la riqueza de éstas, ha permitido a Moisés crear los utensilios de oro del
templo, al rey Salomón realizar numerosas y notables obras en honor de Dios, a
muchos hombres ejecutar grandes acciones: a Noé construir el arca, a Moisés el
tabernáculo, a Salomón el templo. Gracias a él Esdras restableció la ley, María,
hermana de Moisés recibió la hospitalidad, Abraham, Isaac, Jacob y demás justos han
obtenido de él larga vida y abundancia de riquezas, y todos los hombres piadosos que
lo han conocido gracias a él han celebrado la alabanza a Dios. Así, su adquisición es
preferible a cualquier operación realizada con la plata y con el oro, pues él es la mejor
de todas las obras, ya que todos los bienes temporales que el hombre puede desear en
este mundo no le son comparables, porque es desde el origen experimentado,
perfecto, impecable, el único en alojar la verdad. Por eso se le llama voz y verdad; su
obra ignora la falsedad, y no se puede celebrar suficientemente su alabanza. Soy
incapaz de describir adecuadamente su potencia, porque sus propiedades y su poder
superan nuestro pensamiento y no son expresables en palabras: en él, en efecto,
existe una multitud de propiedades.
En resumen, ¿qué más podríamos decir? No existe, no ha existido jamás, nunca
existirá nada que pueda permitir una exploración más profunda de la naturaleza.
¡Oh tú, Sabiduría divina de desbordante profundidad, tú que has encerrado en la
fuerza y la potencia de este espíritu único todo lo que posee el conjunto de todos los
cuerpos, oh tú, Sabiduría inefable revelada a los mortales: la potencia de tu espíritu
mejora las cosas destructibles de la naturaleza!
¡Oh tú, misterio de los misterios, misterio que surge de todas las cosas misteriosas,
cura y medicina universales, última exploración de la naturaleza, maravillosa
conclusión para todos, para todos los patriarcas, los nuevos Sabios y los Filósofos de
todas las cosas celestes inferiores, conclusión deseada por el mundo y la tierra entera!
¡Oh! ¡Qué espíritu maravilloso y digno de alabanza es tu pureza que, en su plena
potencia, alberga toda alegría y toda riqueza, toda la fecundidad de la vida: arte de
todas las artes, tú que otorgas la alegría temporal a aquellos que te conocen! ¡Oh tú,
ciencia deseable y cosa amable entre todas las que están bajo el círculo de la luna, tú
que confortas la naturaleza, renuevas el corazón y los miembros, mantienes a la
juventud en la flor de la vida, expulsas la vejez y destruyes la debilidad, mantienes la
belleza en su estadio más amable, contienes el bien en profusión y no cesas de dar
todo lo que agrada al hombre! ¡Oh tú, potencia suprema, y que nada domina, que los
ignorantes desprecian, pero que los Sabios aman en una alabanza, en una gloria, en
un honor sublimes, tú que expulsas toda obra mortal nacida de los humores y toda
enfermedad artificial provocada por hechizo! ¡Tú aclaras la voz de los moribundos y les
das la palabra! ¡Oh tú, tesoro de los tesoros, misterio de los misterios, Avicena te ha
llamado la substancia inefable, el alma más pura, más perfecta y más potente del
mundo, no hay bajo el cielo producto alguno del arte cuya naturaleza y cuya potencia
no sean más insondables, operación más maravillosa, potencia más infinita, algo que
tenga su semejante a él entre las criaturas, tú que encierras las potencias de los
cuerpos celestes! ¡De ti en efecto fluyen las aguas de la vida, la miel y el aceite de la
salvación eterna, y como lo dice Morien, él les ha saciado con rocas y miel! Quien lo
tiene posee todo y no tiene necesidad de ningún apoyo exterior.
¡Bendito eres, tú, Dios nacido del Padre, tú que has dado a los profetas este
conocimiento, esta inteligencia! ¡Estos lo han mantenido oculto a fin de que los ciegos,
a fin de que aquellos que están ahogados en la impiedad de este mundo, no puedan
descubrirla, a fin de que los hombres piadosos y capaces puedan gracias a ella celebrar
tu alabanza! En efecto, aquellos que revelan y que descubren a los indignos el misterio
de esta cosa quebrantan el sello celeste, la revelación del misterio es una ofensa para
la entera Majestad divina, las desgracias les abruman y el castigo de Dios es
inminente.
Ruego pues de todo mi corazón a todos los creyentes en Cristo que tienen este
conocimiento que no hablen de ello a nadie, que no la comuniquen a cualquiera, sino
solamente a aquellos que viven de acuerdo con la divinidad, después de haberlos
puesto a prueba mucho tiempo, después de que hayan reconocido que viven
virtuosamente, que alaban y que honran a Dios, Dios que ha dado a los hombres un
tesoro semejante. ¡Muchos lo buscan y pocos lo encuentran, indignos que son de este
saber, los impuros que viven en el vicio; arte que no debería ser mostrado más que a
aquellos que temen a Dios, arte que nada puede comprar!
Tomo a Dios como testimonio: lo que digo no es mentira, incluso si eso parece
imposible para la naturaleza. No hay nadie actualmente, no existió jamás nadie ni
existirá jamás nadie que permita una exploración tan profunda de la naturaleza.
Alabado sea Dios, el Dios supremo y Todopoderoso, que ha creado este arte y se ha
complacido en revelar este conocimiento a los hombres que le temen! Así pues, ha
sido realizada es la obra excelente y de las más preciosas, esta revelación del espíritu
oculto que tiene escondidos en su seno los secretos y los misterios de este mundo.
Este espíritu es una divinidad única, un ministerio sagrado, divino y maravilloso, que
encierra el mundo por entero. Este último está en él, y en él y en un instante
encuentra su verdad, este espíritu, en efecto, domina verdaderamente a los elementos
y la quintaesencia.
Hermes, Platón, Aristóteles y los demás filósofos que han florecido en tiempos
diferentes, inventores de las artes que han considerado con asiduidad las potencias de
las criaturas inferi ores, se han preguntado, animados por un gran deseo, si era posible
encontrar entre las criaturas alguna cosa que protegiese el cuerpo del hombre de la
destrucción y que le mantuviese en una vida permanente. La respuesta ha sido que no
existía nada que liberase al cuerpo destructible de la muerte, pera que no obstante
existía realmente una cosa que suprimía la corrupción, devolvía la juventud,
prolongaba la breve vida hasta la edad de los patriarcas. La muerte ha sido el castigo
infligido a nuestros antepasados: Adán, Eva y sus descendientes no pueden sustraerse
de ella. Así, dichos filósofos y otros aún se han esforzado mucho en buscar, antes de
cualquier otra cosa, este uno único, y han descubierto que lo que preserva el cuerpo
del hombre de la corrupción y prolonga la vida es, en todas sus propiedades,
comparable al cielo por lo que respecta a su relación con los demás elementos.
Han comprendido que el cielo es una esencia superior a los cuatro elementos tanto
como a las cuatro cualidades y lo han considerado como la quintaesencia, por la
relación que mantiene con los cuatro elementos, ya que el cielo es indestructible,
inmutable y no soporta jamás ninguna intrusión ajena. Pensaron que era preciso
extraer este uno único de las potencias de nuestro cuerpo, y los filósofos le han dado
este nombre. No es caliente ni seco como la tierra, y es para todos los elementos
finalidad, ecuación perfecta, mezcla exacta de las potencias necesarias, reunión
particular de las virtudes espirituales, unión invisible del cuerpo y del alma, esencia
más pura y más noble de un cuerpo indestructible, extraída por el arte, esencia que no
puede ser destruida ni atacada en lo más mínimo por los elementos. Aristóteles se
sirvió de ella para sazonar una manzana cuyo perfume prolongaba la vida, cuando la
edad, -quince días antes de su muerte-, le quitó el apetito y la sed.
Esta esencia espiritual y cosa única ha sido revelada desde lo alto a Adán, los santos
patriarcas han alimentado un deseo particular de ella, Hermes y Aristóteles la llaman la
verdadera, sin mentira alguna, la cierta, la más cierta de todas, la más secreta de las
secretas. Potencia divina escondida en la naturaleza, es la mejor y la más alta que
pueda ser buscada bajo los cielos, la maravillosa conclusión y el término de todas las
obras filosóficas, se encuentra en ella, el rocío del cielo y el peso graso de la tierra. En
su espíritu se descubre lo que el hombre no es capaz de formular, como dice Morien:
tenerlo es poseer todo, ya no tener necesidad de ninguna otra ayuda porque este
espíritu encierra toda la bienaventuranza, toda la salud del cuerpo y la felicidad
terrestre. El es el espíritu de la quintaesencia, el manantial de toda la alegría bajo el
círculo lunar. Sostiene el cielo, mantiene la tierra, mueve el mar, excita el viento, hace
bajar la lluvia, mantiene todas las cosas y potencias. Espíritu elegido que domina todas
las demás cosas y espíritus celestes, da la salud, la felicidad, la alegría, la paz, el
amor, expulsa en general todos los males, cura toda enfermedad, aleja el odio y la
tristeza, introduce la alegría, destruye la pobreza y la miseria, en todo bien él es el
guía, impide a cualquiera decir o pensar mal, da al hombre lo que desea su corazón, a
los hombres piadosos da el honor terrestre y una larga vida, a los malvados que
abusan de él, las penas eternas. He ahí el espíritu de la verdad que el mundo no puede
asir sin la inspiración del Espíritu Santo o bien sin la enseñanza de aquellos que le
conocen. Su naturaleza no puede ser reconocida, al igual que su potencia. Infinito es
su poder, y los santos han deseado verle desde el inicio del mundo.
Avicena llama a este espíritu alma del mundo. En efecto, al igual que el alma pone en
movimiento todos los miembros del cuerpo, asimismo este espíritu pone todos los
cuerpos en movimiento. Y, así como el alma ocupa todos los miembros del cuerpo,
asimismo este espíritu está presente en todas las criaturas elementales. Muchos lo
buscan pero pocos lo encuentran. Se le cree lejos, pero se le coge muy cerca. Está
presente en cada cosa, en todo lugar y en todo tiempo. Contiene las energías y la
eficacia de todas las criaturas y tiene su lugar en todos los elementos a la vez. En este
uno único se encuentra la potencia suprema de toda cosa y de cada cosa. De estas
potencias Adán y los demás patriarcas extrajeron la salud de sus cuerpos y la
longevidad de sus vidas, gracias a ellas, algunos conocieron gran riqueza y
prosperidad. Los filósofos que lo descubrieron al precio de una gran labor y de una
gran asiduidad, lo ocultaron en frases extrañas y misteriosas a fin de que no fuese
revelado a los indignos y que las nobles perlas no fuesen echadas a los puercos. En
efecto, si estuviera en el poder de cualquiera, toda asiduidad, toda actividad cesarían,
el hombre no tendría más que un único deseo, la posesión de este Uno único, la gente
ya no viviría como se debe y el mundo se hundiría: por su avidez y por su opulencia,
irritarían a Dios. Porque ningún ojo ha visto ni ninguna oreja oído aquello de lo que el
cielo ha revestido naturalmente este espíritu, porque ningún corazón humano ha
tenido el eco de él. Yo hago en honor de Dios un breve resumen de algunas
propiedades de este espíritu que los filósofos han experimentado, a fin de que las
personas piadosas que en el porvenir pudieran recibir este don divino lo celebren en
sus beneficios con fervor. Y os mostraré también la virtud y las potencias que reserva
a cada ser, cómo se manifiesta corporalmente, a fin de que sea descubierto y
reconocido con tanta mayor facilidad.
En su ser primero, este espíritu aparece en un cuerpo terrestre, sucio y lleno de una
debilidad multiforme. Pero encierra las siguientes propiedades: cura todas las heridas y
toda la corrupción que ataca a los miembros del hombre, engendrando carne sana y
consumiendo la gangrena, purificando toda putrefacción y toda hediondez en cualquier
lugar que se fijen, curándolo todo en el interior y en el exterior.
En su segundo ser, reviste la apariencia de un cuerpo acuoso, más bello que en el
primer caso, lo que hace que todavía sea corruptible bajo ciertos aspectos. Pero cuánto
mayores son su energía, su eficacia y sus virtudes, más eficaz es también en todas sus
operaciones, y está más cerca de la verdad. Bajo esta forma presta ayuda en general,
debido a su naturaleza oculta, a todas las enfermedades, frías y calientes, y es notable
su utilidad en los casos de envenenamiento. Expulsa el veneno del corazón, disuelve
sin esfuerzo todos los depósitos pulmonares y, habiéndolos destruido y deteriorado, los
cura independientemente de su agitación. De este modo purifica la sangre.
Descompone los depósitos que se han producido en los lugares espirituales, evitando
toda prosecución de la destrucción. Absorbido tres veces al día durante una semana,
aporta consolación y esperanza a toda enfermedad.
En su tercer ser, manifiesta un ser aéreo y un cuerpo de la naturaleza del aceite, que
está casi liberado de todas sus imperfecciones. En este caso, demuestra obras
completamente asombrosas, porque permite a los jóvenes que lo absorben de forma
regular en su alimento, aunque sea en pequeñas dosis, conservar su cuerpo en un
estado de belleza y de fuerza. Evita que domine la melancolía y la inflamación de la
bilis, desarrolla más allá de la medida sangre y esperma, y a menudo los pacientes
deben ser sangrados. Desobstruye, vuelve menos espesas las venas y los vasos
sanguíneos y, cuando un miembro tiende a desaparecer, le vuelve a dar su justa
medida. De igual modo, cuando un adolescente tiene un ojo alterado, en el momento
de su crecimiento y antes de alcanzar la madurez, la instilación cotidiana de algunas
gotas, seguida de un reposo de un mes, le devolverá la vista con total seguridad.
Cuando un miembro alcanza un cierto grado de putrefacción y de superfluidad, él lo
elimina y lo disuelve al instante, reemplazando las partes perdidas.
En su cuarto ser, aparece en un cuerpo ígneo que todavía no está totalmente
desembarazado de todas las imperfecciones, que aún tiene un componente ígneo, y
cuya desecación es insuficiente. Grandes son sus virtudes: es eficaz, a todos da la
juventud. Si un enfermo condenado a la muerte absorbiese mezclado en vino un poco
de este fuego, del peso de un grano de cebada, y si este medicamento pudiera
alcanzar el estómago por vía bucal, el paciente sería reconfortado, recalentado y el
medicamento alcanzaría el corazón, donde suprimiría toda humedad superflua. Expulsa
el veneno, vuelve a dar vida al calor natural del hígado. Este fuego, absorbido por los
ancianos en pequeña cantidad, elimina la enfermedad de la edad y adquieren entonces
la juventud del corazón y del cuerpo, por esto que se le Llama elixir de vida.
En su quinto y último ser, aparece bajo un cuerpo glorificado e iluminado, sin defecto.
Ahí brillan sol y luna, en ellos él posee todas las energías y todas las propiedades que
posee en las demás esencias y de las cuales hemos hablado: con más belleza e incluso
maravilla, pues las obras naturales son consideradas en él como misterios divinos, ya
que vuelve a dar vida a los cuerpos viejos, muertos y desecados, dado que si se aplica
en las raíces de un árbol, éste recobrará vida, reflorecerá y traerá frutos. Si se mezcla
este espíritu con el aceite de una lámpara, ésta no se apaga, quema eternamente sin
pérdida alguna. Transforma cada cristal en piedras preciosas de todos los colores, tan
buenas y tan preciosas como las que salen de las minas, y realiza también muchas
otras cosas que no hay que revelar a la gente malvada, cosas que son consideradas
como imposibles. En efecto, cura a todos los cuerpos, muertos o vivos, sin adjunción
de ninguna otra medicina, y pido que Cristo me sea testigo, pues no miento en nada:
en él se encuentra la sola influencia de todos los cuerpos celestes que se buscan en
todos los cuerpos y que se han esparcido en cada cosa en particular. Los primeros
revelan todos los tesoros ocultos en el mar y sobre la tierra, mientras que él
transforma en sol a todos los cuerpos metálicos y que, bajo los cielos, no se encuentra
nada que le sea semejante.
Este espíritu es el misterio oculto desde el origen del cual sólo algunos santos a
quienes Dios ha otorgado la revelación han percibido la profusión de honor; es este
espíritu el que provoca en el aire una lluvia ígnea, el que conduce la terrestreidad hacia
el cielo, mientras que ríos enteros de mar vivo fluyen de su vientre y de su cuerpo.
Este espíritu vuela hacia el cielo por medio del mundo intermediario. Nube que sube de
la aurora, introduce en el agua su Fuego que arde y tiene en el cielo su tierra
clarificada, eliminando la malignidad de Saturno y de Júpiter, dando a Júpiter el
resplandor del sol y a Mercurio el de la luna. ¡Para Venus, para Venus su hermana,
hace fluir la miel de las rocas, por los minerales está lleno de un eterno amor!
A pesar de las acusaciones de error que recaen sobre este espíritu que los
calumniadores tendrán por falso, aquellos que saben, aquellos que lo experimentan
realmente, lo juzgarán verdadero y posible, por poco que se quiera comprender
fielmente las palabras escondidas. ¡No te enfrentes pues a este espíritu antes de tener
de él una comprensión suficiente, porque Dios es maravilloso en sus obras, y sus obras
son, como su Sabiduría, innumerables!
En su naturaleza ígnea, este espíritu se Llama Sandaraca, en su naturaleza aérea
Kubrick; Aliochat en su naturaleza terrestre. Pero estas denominaciones engañan a
aquellos que le buscan sin antes haberlo reconocido, y que piensan que se descubrirá
por estos procedimientos inútiles para nuestro arte. Aunque estos nombres designen
las propiedades del espíritu que buscamos, él no está, ni puede encontrarse en estos
cuerpos, ya que un espíritu clarificado no puede manifestarse en apariciones. En
efecto, en un cuerpo como éste, -adaptado a su généro, y aunque se le dé tal o cual
nombre-, no debe considerarse que existen diferentes espiritus: sea cual fuere el
nombre que se le atribuya, no hay más que un único espíritu, eternamente, espíritu
cuya ascensión ilumina la claridad del cielo, cuya pureza en este instante es
incorporada a la tierra y que, en el curso de su carrera, abrara el crecimiento de las
aguas. No es un ángel de las jerarquías inferiores. Su nombre es Rafael, el ángel de
Dios, el más sutil y el más noble, y también el más puro, y los demás le obedecen
como se obedece a un superior. Esta substancia espiritual no es ni celeste ni infernal,
es un cuerpo aéreo, puro y espléndido, la forma intermediaria entre los seres sublimes
e inferiores, desprovista de entendimiento, pero fecunda en su operación, la más
escogida y llena de gracia de todas las otras cosas celestes. Esta obra divina es
demasiado profunda para que un insensato la pueda comprender, porque es el secreto
último y sublime de la naturaleza, el Espíritu del Señor que llena el círculo de la tierra,
que planeaba en el comienzo sobre las aguas y que el mundo no puede asir sin la
secreta y graciosa infusión del Espíritu Santo, o bien sin la instrucción secreta de sus
conocedores. El mundo entero lo desea a causa de las energías que encierra, energías
que los hombres jamás serán capaces de apreciar suficientemente. En efecto, estas
energías penetran los planetas, elevan las nubes y expulsan las brumas, dan la luz a
cualquier cosa, transforman todo en oro y en plata, confieren la salud y la profusión de
los tesoros, purifican la lepra, despejan la vista, reconfortan las almas tristes, cuidan a
los enfermos, manifiestan todos los tesoros ocultos, curan en general todas las
enfermedades y todas las imperfecciones.
Este espíritu ha permitido a los filósofos descubrir las siete artes liberales, ha
engendrado la riqueza de éstas, ha permitido a Moisés crear los utensilios de oro del
templo, al rey Salomón realizar numerosas y notables obras en honor de Dios, a
muchos hombres ejecutar grandes acciones: a Noé construir el arca, a Moisés el
tabernáculo, a Salomón el templo. Gracias a él Esdras restableció la ley, María,
hermana de Moisés recibió la hospitalidad, Abraham, Isaac, Jacob y demás justos han
obtenido de él larga vida y abundancia de riquezas, y todos los hombres piadosos que
lo han conocido gracias a él han celebrado la alabanza a Dios. Así, su adquisición es
preferible a cualquier operación realizada con la plata y con el oro, pues él es la mejor
de todas las obras, ya que todos los bienes temporales que el hombre puede desear en
este mundo no le son comparables, porque es desde el origen experimentado,
perfecto, impecable, el único en alojar la verdad. Por eso se le llama voz y verdad; su
obra ignora la falsedad, y no se puede celebrar suficientemente su alabanza. Soy
incapaz de describir adecuadamente su potencia, porque sus propiedades y su poder
superan nuestro pensamiento y no son expresables en palabras: en él, en efecto,
existe una multitud de propiedades.
En resumen, ¿qué más podríamos decir? No existe, no ha existido jamás, nunca
existirá nada que pueda permitir una exploración más profunda de la naturaleza.
¡Oh tú, Sabiduría divina de desbordante profundidad, tú que has encerrado en la
fuerza y la potencia de este espíritu único todo lo que posee el conjunto de todos los
cuerpos, oh tú, Sabiduría inefable revelada a los mortales: la potencia de tu espíritu
mejora las cosas destructibles de la naturaleza!
¡Oh tú, misterio de los misterios, misterio que surge de todas las cosas misteriosas,
cura y medicina universales, última exploración de la naturaleza, maravillosa
conclusión para todos, para todos los patriarcas, los nuevos Sabios y los Filósofos de
todas las cosas celestes inferiores, conclusión deseada por el mundo y la tierra entera!
¡Oh! ¡Qué espíritu maravilloso y digno de alabanza es tu pureza que, en su plena
potencia, alberga toda alegría y toda riqueza, toda la fecundidad de la vida: arte de
todas las artes, tú que otorgas la alegría temporal a aquellos que te conocen! ¡Oh tú,
ciencia deseable y cosa amable entre todas las que están bajo el círculo de la luna, tú
que confortas la naturaleza, renuevas el corazón y los miembros, mantienes a la
juventud en la flor de la vida, expulsas la vejez y destruyes la debilidad, mantienes la
belleza en su estadio más amable, contienes el bien en profusión y no cesas de dar
todo lo que agrada al hombre! ¡Oh tú, potencia suprema, y que nada domina, que los
ignorantes desprecian, pero que los Sabios aman en una alabanza, en una gloria, en
un honor sublimes, tú que expulsas toda obra mortal nacida de los humores y toda
enfermedad artificial provocada por hechizo! ¡Tú aclaras la voz de los moribundos y les
das la palabra! ¡Oh tú, tesoro de los tesoros, misterio de los misterios, Avicena te ha
llamado la substancia inefable, el alma más pura, más perfecta y más potente del
mundo, no hay bajo el cielo producto alguno del arte cuya naturaleza y cuya potencia
no sean más insondables, operación más maravillosa, potencia más infinita, algo que
tenga su semejante a él entre las criaturas, tú que encierras las potencias de los
cuerpos celestes! ¡De ti en efecto fluyen las aguas de la vida, la miel y el aceite de la
salvación eterna, y como lo dice Morien, él les ha saciado con rocas y miel! Quien lo
tiene posee todo y no tiene necesidad de ningún apoyo exterior.
¡Bendito eres, tú, Dios nacido del Padre, tú que has dado a los profetas este
conocimiento, esta inteligencia! ¡Estos lo han mantenido oculto a fin de que los ciegos,
a fin de que aquellos que están ahogados en la impiedad de este mundo, no puedan
descubrirla, a fin de que los hombres piadosos y capaces puedan gracias a ella celebrar
tu alabanza! En efecto, aquellos que revelan y que descubren a los indignos el misterio
de esta cosa quebrantan el sello celeste, la revelación del misterio es una ofensa para
la entera Majestad divina, las desgracias les abruman y el castigo de Dios es
inminente.
Ruego pues de todo mi corazón a todos los creyentes en Cristo que tienen este
conocimiento que no hablen de ello a nadie, que no la comuniquen a cualquiera, sino
solamente a aquellos que viven de acuerdo con la divinidad, después de haberlos
puesto a prueba mucho tiempo, después de que hayan reconocido que viven
virtuosamente, que alaban y que honran a Dios, Dios que ha dado a los hombres un
tesoro semejante. ¡Muchos lo buscan y pocos lo encuentran, indignos que son de este
saber, los impuros que viven en el vicio; arte que no debería ser mostrado más que a
aquellos que temen a Dios, arte que nada puede comprar!
Tomo a Dios como testimonio: lo que digo no es mentira, incluso si eso parece
imposible para la naturaleza. No hay nadie actualmente, no existió jamás nadie ni
existirá jamás nadie que permita una exploración tan profunda de la naturaleza.
Alabado sea Dios, el Dios supremo y Todopoderoso, que ha creado este arte y se ha
complacido en revelar este conocimiento a los hombres que le temen! Así pues, ha
sido realizada es la obra excelente y de las más preciosas, esta revelación del espíritu
oculto que tiene escondidos en su seno los secretos y los misterios de este mundo.
Este espíritu es una divinidad única, un ministerio sagrado, divino y maravilloso, que
encierra el mundo por entero. Este último está en él, y en él y en un instante
encuentra su verdad, este espíritu, en efecto, domina verdaderamente a los elementos
y la quintaesencia.
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