TRATADOS HERMETICOS
TRATADO I
POIMANDRES
(PoimandrhV)
1
En cierta ocasión, hallándome sumido en la reflexión sobre los seres y habiéndose elevado mi pensamiento a las alturas mientras que mis sentidos corporales habían quedado atados a un sopor[1][2] semejante al que sobreviene al exceso en las comidas o a una gran fatiga corporal, me pareció que se me presentaba un ser de inconmensurable grandeza, superior a toda medida determinable, que me llamaba por mi nombre diciéndome:
“¿Qué quieres ver y qué quieres aprender y conocer por medio de tu pensamiento?”[3]
2
Y yo dije:
“Pero, ¿quién eres tú?”
“Yo, dijo, soy Poimandres, Nous[4] de la Soberanía absoluta[5]. Sé que es lo que quieres y en todo momento estoy contigo”[6].
3
Entonces respondí:
“Quiero ser instruido acerca de los seres, comprender su naturaleza y conocer a Dios. ¡Oh, cómo deseo entender!”.
El me respondió a su vez:
“Abre tu entendimiento a lo que quieres aprender y yo te instruiré”[7].
4
Pronunciadas estas palabras cambió de aspecto, y súbitamente todo se abrió ante mí y contemplé una visión sin límites, todo convertido en luz, luz serena y alegre, y al verla me enamoré de ella[8]. Y poco después descendió una oscuridad espantosa y temible[9], envuelta en tortuosas espirales, semejante en mi opinión a una serpiente[10]. Luego esta oscuridad se fue transformando en una especie de naturaleza húmeda que se agitaba de una forma inexpresable, que exhalaba un vapor parecido al que sale del fuego y emitiendo una especie de sonido, algo como un gemido indescriptible[11] [12]. Después brotó de allí un grito inarticulado, que me pareció la voz del fuego.[13] [14]
5
Entonces, surgió de la luz un Verbo santo[15] que cubrió la Naturaleza y un fuego sin mezcla se alzó sobre la naturaleza húmeda[16], elevándose hacia la región sublime; era ligero, vivo y activo al mismo tiempo; y el aire, al ser ligero, siguió al soplo ígneo[17], elevándose hasta el fuego desde la tierra y el agua, de modo que parecía colgado del fuego[18]. En cuanto a la tierra y al agua, permanecían debajo, íntimamente mezcladas, de modo que no podían distinguirse una de otra y eran agitadas sin cesar por la acción del soplo del Verbo que se oía por encima de ellas[19].
6
Entonces Poimandres dijo:
“¿Has comprendido lo que significa esta vision?”.
“Quisiera saberlo”, dije yo.
“Esta luz –dijo él- soy yo, Nous, tu Dios, aquél que existe antes que la naturaleza húmeda que surgió de la oscuridad. El Verbo luminoso surgido del Nous es el hijo de Dios”.
“Qué quieres decir”, dije yo.
“Comprende lo que quiero decir: lo que en ti ve y oye es el Verbo del Señor, y tu Nous es el Dios Padre; no están separados el uno del otro, porque la unión de ellos es la vida”[20].
“Te doy las gracias”, dije yo.
“Pues bien, pon tu atención en la luz y aprende a conocerla”.
7
Después de decir esto me miró fijamente a la cara durante mucho tiempo, mientras yo temblaba ante su aspecto. Luego, al levantar la cabeza, vi en mi Nous[21] la luz consistente en un número incalculable de Potencias, convertida en un cosmos ilimitado, mientras el fuego era rodeado por una fuerza todopoderosa, y así, sólidamente sostenido, había alcanzado su posición fija[22]. Esto es lo que yo comprendí por medio del pensamiento en esta visión, alentado por las palabras de Poimandres.
8
Como yo estaba por completo fuera de mí, me dijo nuevamente:
“Has visto en el Nous[23] la forma arquetipo, el principio anterior al comienzo sin final[24]”. Así me habló Poimandres.
“Entonces –dije yo- ¿de dónde han surgido los elementos de la naturaleza?”.
A lo cual él respondió:
“De la voluntad de Dios[25], que habiendo recibido en sí misma al Verbo y habiendo contemplado la belleza del mundo arquetípico lo imitó, modelando un mundo ordenado a partir de sus propios elementos y sus propios productos, las almas”[26].
9
Entonces, el Nous Divino, que es varón-hembra[27] y existe como vida y como luz[28], engendró[29] a partir de la palabra un segundo Nous demiurgo[30] que, siendo dios del fuego y del soplo, creó Gobernadores[31], en número de siete, que envuelven al mundo sensible con sus círculos y su gobierno se llama Destino[32].
10
Inmediatamente el Verbo de Dios se alzó por encima de los elementos[33] inferiores, hacia la pura región de la naturaleza que acababa de ser formada, y se unió al Nous demiurgo[34] –ya que era de la misma sustancia-[35] y, como consecuencia de ello, los elementos inferiores de la naturaleza fueron abandonados a sí mismos desprovistos de razón[36], para no ser más que simple materia.
11
No obstante, el Nous demiurgo, unido al Verbo, envolvió los círculos y los hizo girar con un zumbido, poniendo en marcha el movimiento circular de sus criaturas, dejándoles recorrer su curso circular desde un comienzo indeterminado hasta un término sin fin, pues comienza donde se acaba[37]. Y esta rotación de los círculos[38], por voluntad del Nous, produjo a los animales irracionales, extrayéndolos de los elementos inferiores –ya que ellos no retenían ya al Verbo junto a sí-; el aire produjo a los volátiles, y el agua a los nadadores. La tierra y el agua habían sido separadas la una de la otra, conforme a la voluntad del Nous[39], y la tierra hizo surgir de su propio seno a los animales que retenía en sí, cuadrúpedos y reptiles, bestias salvajes y animales domésticos.
12
Ahora bien, el Nous, Padre de todos los seres, que es vida y luz, engendró a un hombre semejante a él, y lo amó como su propio hijo. Pues el hombre era muy hermoso y reproducía la imagen de su Padre[40]; de modo que Dios se enamoró[41] de su propia forma y le entregó todas sus obras.
13
Pero en cuanto hubo contemplado la creación que el demiurgo había formado en el fuego[42], el hombre también quiso producir una obra. Cuando el permiso fue concedido por el Padre, entró dentro de la esfera demiúrgica, donde debía tener pleno poder, y allí percibió las obras de su hermano, y los gobernadores se enamoraron de él, y cada uno de ellos le otorgó parte de su propia magistratura[43]. Entonces, habiendo conocido su esencia y recibido una participación de su naturaleza, quiso franquear los círculos y conocer el poder del que reina por encima del fuego[44]
.
14
Entonces el hombre, que tenía pleno poder sobre el mundo de los seres mortales y los animales carentes de razón, se inclinó a mirar a través de la maquinaria de las esferas[45], quebrando por en medio su envoltura[46], y mostró a la naturaleza inferior la bella forma de Dios. Cuando ella vio que tenía en sí mismo la belleza inagotable y toda la energía de los Gobernadores unida a la forma de Dios, la Naturaleza sonrió de amor, pues había visto los rasgos de esa forma maravillosamente bella del hombre reflejados en el agua, así como su sombra sobre la tierra. Y él, habiendo visto reflejada en el agua esa figura semejante a él, presente en la naturaleza, se enamoró de ella y deseó habitar la forma sin razón. Entonces, la naturaleza, habiendo recibido en sí a su amado, lo abrazó por completo y se unieron, ya que ardían de amor.
15
Y por esta razón, el único de entre todos los seres[47] que viven sobre la tierra que es doble es el hombre[48]: mortal por su cuerpo e inmortal en cuanto Hombre esencial[49]. Y aunque él sea realmente inmortal y tenga poder sobre todas las cosas, está sujeto a la condición de los mortales, sometido como está al Destino[50]; por ello, aunque esté por encima de la maquinaria de las esferas, se ha vuelto esclavo de esa maquinaria; macho y hembra, porque procede de un padre macho-hembra[51], exento de sueño por provenir de un ser exento de sueño y, sin embargo, es vencido por el amor y por el sueño[52].
16
“¿Y después de esto, oh, mi Nous?; ¡pues también yo estoy enamorado de la palabra!”.
Entonces dijo Poimandres:
“Voy a revelarte el misterio que ha sido mantenido oculto hasta el presente. La Naturaleza, en efecto, habiéndose, por amor, unido al hombre, produjo un prodigio sorprendente: el hombre tenía en sí la naturaleza del conjunto de los siete[53], compuestos, como te dije, de fuego y aliento; la Naturaleza, incapaz de esperar, dio inmediatamente a luz a siete hombres correspondientes a las naturalezas de los siete gobernadores, machos y hembras a la vez, que se erguían hacia el cielo”.
“¡Y qué sucedió después, oh Poimandres, verdaderamente ha llegado ahora un fortísimo deseo y ardo por oírte. No te desvíes del tema!”.
Pero Poimandres dijo:
“Entonces, cállate. Pues aún no he acabado de desarrollar el primer discurso”.
“Me callo”, respondí yo.
17
Como venía diciendo, la generación de estos siete hombres se hizo de la siguiente forma: la tierra era hembra, y el agua el elemento generador; el fuego llevó las cosas a la madurez, la Naturaleza recibió del éter el soplo vital y produjo los cuerpos según la forma del hombre. En cuanto al hombre, de vida y luz que era, se transformó en alma e intelecto, la vida se transformó en alma y la luz en intelecto[54]. Y todos los seres del mundo sensible permanecieron en este estado hasta la conclusión de un período y hasta la aparición de las especies.
18
Escucha ahora esto que tu ardes por conocer.
Una vez completado aquel período, el vínculo que unía todas las cosas fue roto por voluntad de Dios. Todos los animales que, hasta aquel momento, eran macho y hembra a la vez, fueron divididos en dos al mismo tiempo que el hombre[55], y pasaron a ser los unos machos y los otros hembras. Entonces dijo Dios con palabra santa: “Creced en crecimiento y multiplicaos en multitud[56], todos vosotros que habéis sido creados, obras mías. Y que aquél que posea el intelecto se reconozca a sí mismo como inmortal[57], que sepa que la causa de la muerte es el amor[58], y que conozca todos los seres”.
19
Una vez que Dios habló así, la Providencia, por medio del Destino y de la maquinaria de las esferas, operó las uniones y estableció las generaciones, y todos los seres se multiplicaron según su especie, y aquél que se reconoció así mismo alcanzó el sumo bien entre todos, mientras que el que ha amado el cuerpo surgido del error del amor, permanece en la oscuridad, errante y sufriendo en sus sentidos[59] las cosas de la muerte[60].
20
“¿Qué inmensa falta –exclamé yo- han cometido aquéllos que permanecen en la ignorancia, para ser privados de la inmortalidad?”.
“Me parece que no has reflexionado sobre lo que has oído. ¿No te dije que prestaras atención?”.
“Yo presto atención, recuerdo, y al mismo tiempo te doy gracias”.
“Si has prestado atención, dime, ¿por qué merecen morir los que están en la muerte?”.
“Porque la fuente de donde procede el cuerpo individual es la sombría Oscuridad, de donde vino la naturaleza húmeda de la que está constituido el cuerpo en el mundo sensible, en la que sacia su sed la muerte”[61] [62].
21
“Has comprendido bien. Pero ¿por qué, como dice la palabra de Dios, ‘el que se ha conocido a si mismo va hacia sí’[63]?”.
Respondí yo:
“Porque el Padre de todas las cosas está compuesto de luz y de vida, y de él nació el hombre”.
“Dices bien: luz y vida, eso es el Dios y Padre de quien ha nacido el hombre. Si aprendes a conocerte[64] como un ser hecho de luz y de vida y aprendes que esos son los elementos que te constituyen, retornarás a la vida”.
Eso es lo que me dijo Poimandres.
“Mas dime aún, ¡Oh mi Nous!, ¿cómo alcanzaré yo la vida?. Porque Dios afirma ‘que el hombre que tenga intelecto se reconozca a sí mismo’”.
22
“¿Es que acaso no todos los hombres tienen intelecto?”
“Vigila tu lengua, amigo mío. Yo, Nous, estoy cerca de los que son santos, buenos, puros, misericordiosos, asisto a los piadosos y mi presencia es una ayuda, e inmediatamente ellos conocen todas las cosas, se vuelven propicios al Padre por la vía del amor y le dan gracias por medio de bendiciones e himnos, según lo que está mandado para Dios, con amor filial. Y antes de abandonar sus cuerpos por la muerte que les es propia, detestan sus sentidos, pues conocen sus operaciones. Más aún, yo, Nous, no permitiré que las operaciones del cuerpo, que los acosan, puedan consumar sus efectos sobre ellos. Porque, en mi calidad de guardián de las puertas, cerraré la entrada a las acciones malas y vergonzosas[65], poniendo fin a las tentaciones[66]”.
23
En cuanto a los insensatos, los malvados, los viciosos, los envidiosos, los codiciosos, los asesinos y los impíos, me mantengo apartado de ellos, cediendo mi puesto al demonio vengador[67] que, aplicando al hombre que se halla en esta disposición el aguijón de fuego, lo atraviesa[68] en sus sentidos, inclinándolo aún más hacia las acciones impías, a fin de que le sea reservado un castigo mayor. Por eso ese hombre no cesa de dirigir sus sentidos hacia apetencias sin límites, peleando en las tinieblas sin que nada pueda satisfacerlo, y eso es precisamente lo que le tortura, haciendo crecer cada vez más la llama que lo consume .[69]
24
“Me has enseñado todas las cosas que yo deseaba, ¡Oh Nous!, pero háblame ahora de la Ascensión y de cómo se produce”.
A esto Poimandres respondió:
“Primeramente, cuando se disuelve el cuerpo material, tú entregas el cuerpo a la alteración, y la forma que poseías deja de ser percibida, y entregas al demonio[70] tu yo habitual[71], en adelante inactivo, y los sentidos corporales retornan a sus respectivas fuentes y se confunden nuevamente con las energías[72] [73], en tanto la parte irascible y la concupiscible retornan a la naturaleza irracional”.
25
Y esta es la forma en que el hombre, a partir de ese momento, se lanza hacia lo alto a través del armazón de las esferas. En el primer círculo abandona la capacidad de crecer y decrecer. En el segundo, el arte de la maldad, espíritu del engaño que queda sin efecto. En el tercero, la ilusión del deseo[74], ahora inoperante. En el cuarto, la ostentación de mando[75], que queda desprovista de sus fines ambiciosos. En el quinto, la audacia impía y la temeridad presuntuosa[76]. En el sexto los apetitos ilícitos que produce la riqueza, que quedan inoperantes. En el séptimo círculo, la mentira que tiende trampas[77].[78]
26
Y entonces, despojado de aquello que había producido la maquinaria de las esferas[79], entra en la naturaleza de la Ogdóada[80], sin poseer otra cosa que su propia potencia[81]; y canta con los seres himnos al Padre, y todos los presentes gozan con él de su llegada. Y tornado semejante a ellos, oye a ciertas Potencias que están sentadas por encima de la naturaleza ogdoádica, cantando con dulce voz himnos a Dios[82]. Y entonces, ascienden ordenadamente hacia el Padre, se abandonan a las Potencias y volviéndose ellos mismos Potencias, entran en Dios[83]. Este es el bienaventurado fin que aguarda a los que poseen el conocimiento: llegan a ser Dios[84]. Y bien, ¿qué esperas tú? ¿Acaso ahora, que has heredado de mí toda la doctrina, no vas a volverte guía para aquellos que no son dignos de ello, a fin de que el género humano, gracias a tu mediación, sea salvado por Dios?
27
Luego de dichas estas palabras, Poimandres, ante mis ojos, se mezcló con las Potencias. Y yo luego de dirigir al Padre de todas las cosas acciones de gracias y bendiciones, me despedí de Poimandres, habiendo sido investido de potencia[85] e instruido acerca de la naturaleza del Todo y sobre la visión suprema. Y comencé a predicar a los hombres la belleza de la piedad y del conocimiento.
“Oh Pueblos, hombres nacidos de la tierra, vosotros que os habéis entregado a la embriaguez, al sueño y a la ignorancia de Dios, sed abstemios, dejad de revolcaros en la vida crápula, hechizados como estáis por un sueño irracional”.
28
Entonces ellos, en cuanto escucharon esto, se unieron a mi alrededor, y yo les dije:
“¿Por qué, ¡oh hombres nacidos de la tierra! os habéis entregado a la muerte si tenéis el poder de participar de la inmortalidad? ¡Arrepentíos, vosotros que habéis seguido el camino del error y que habéis tomado a la ignorancia como compañera! Liberaos de la luz tenebrosa, tomad parte en la inmortalidad, dejando de una vez y para siempre la perdición”.
29
Entonces, algunos de entre ellos, después de burlarse de mí, se marcharon, pues ya se habían comprometido en el camino de la muerte. Pero los otros, arrojándose a mis pies, me rogaban que les instruyera. Yo hice que se levanten y me constituí en guía del género humano, enseñándoles la doctrina y cómo y por qué medios se podrían salvar. Sembré en ellos las palabras de la sabiduría y fueron alimentados con agua de ambrosía. Al llegar la tarde, cuando la luz del sol comenzó a ocultarse, les invité a dar gracias a Dios. Y, cumplida la acción de gracias, cada uno se marchó a dormir a su cama.
30
En cuanto a mí, grabé en mí mismo[86] el don que me otorgara Poimandres y después de haber sido así colmado de todo cuanto deseaba, me sentí pleno de alegría. Pues el sueño del cuerpo se tornó vigilia del alma, la oclusión de mis ojos se convirtió en visión verdadera, mi silencio en una gestación del bien, y la expresión de la palabra en una gestación de cosas buenas. Y todo esto me sucedió por haber recibido de mi Nous, es decir, de Poimandres, el Verbo de la Soberanía absoluta. Heme, pues, aquí, lleno del soplo divino de la verdad. Por eso, con toda mi alma y todas mis fuerzas, ofrezco a Dios Padre esta plegaria[87]:
31
“Santo es Dios, Padre de todas las cosas.
Santo es Dios, cuya voluntad se cumple gracias a sus potencias.
Santo es Dios, que quiere ser conocido y es conocido por aquellos que le pertenecen[88].
Tú eres Santo, tú, que por medio del Verbo, has constituido todo lo que es.
Tú eres Santo, tú, cuya imagen es reproducida por la Naturaleza.
Tú eres Santo, tú, a quien la Naturaleza no ha formado[89].
Tú eres Santo, tú, que eres más fuerte que toda potencia.
Tú eres Santo, tú, que eres mayor que toda excelencia[90].
Tú eres Santo, tú, que estás por encima de las alabanzas.
Recibe los puros sacrificios de las palabras[91] que te ofrece un alma pura y un corazón dirigido hacia Ti, que eres Inexpresable, Inefable, tú, a quien solo el silencio nombra.
32
Te suplico que ninguna caída me prive de la parte de conocimiento que corresponde a nuestra esencia: concédeme lo que te pide esta oración y lléname de potencia[92]. Entonces, iluminaré con esta gracia a aquellos de mi raza que permanecen en la ignorancia, a mis hermanos, tus hijos. Sí, poseo la fe y te rindo testimonio de ella: avanzo hacia la vida y hacia la luz. Eres Bendito, Padre: el hombre que te pertenece quiere prestarte su ayuda en la obra de santificación conforme a la potencia que le has transmitido[93]”
[1] En Hans Jonas, La Iglesia Gnóstica, “...sobre las cosas que son y mi mente se encontraba poderosamente exaltada, estando mis sentidos corporales refrenados...”
[2] Los místicos vuelven con frecuencia a esta idea de una “ligazón” de los sentidos o una “suspensión” de la operatividad de las potencias, como condición necesaria para el conocimiento verdadero de Dios. Ver Tratado X , 5 del Corpus Hermeticum.
[3] O bien “¿Qué deseas escuchar y ver, y en pensamiento aprender y comprender?”, Hans Jonas, op.cit.
[4] Nuria García i Amat, Hermes Trismegisto Obras Completas, traduce directamente como “Inteligencia”.
Francisco de P. Samaranch, Tres Tratados, indica que Nous es nombre propio y personal; ver Ireneo, I, 24, 3.
[5] O bien “Poder Absoluto”, Hans Jonas, op cit.
[6] O bien “..., y estoy contigo en todas partes”, Hans Jonas, op.cit.
[7] O bien “Asegúrate de qué es lo que deseas saber y te lo enseñaré”, Hans Jonas, op.cit.
[8] Acerca de esta transformación del Nous véase Zósimo, 230, 8, Berth.
[9] O bien “...la Oscuridad nació abajo, habiéndose originado en una parte [o “parte a parte”, es decir, gradualmente], terrible y odiosa”, Hans Jonas, op, cit.
[10] O bien “..., enroscada tortuosamente, con la forma de una serpiente”, Hans Jonas, op cit.
[11] O bien “..., que, como si de un fuego se tratase, desprendía humo y producía un sonido inexplicable, doloroso”, Hans Jonas, op.cit.
[12] Samaranch, op.cit., destaca que aquí se presenta la oposición entre el brutal carácter elemental del clamor profundo salido del Caos y la santidad del Logos, que es a la vez “palabra que connota una razón” –opuesta al “grito inarticulado”-. La misma oposición aparece entre “foné”, voz de los animales, y “logos”, lenguaje racional. Ver Tratado XII, 13 del Corpus Hermeticum.
[13] O bien “...vino un rugido [o lamento] inarticulado, comparable a la voz de un fuego”, H.J., op cit.
[14] Esta “voz de fuego” debe considerarse como una simple imagen, pues en el texto no se habla aún de fuego real. El elemento fuego sólo se separa de la naturaleza húmeda luego de la intervención violenta del Logos o Verbo, Samaranch, op. cit.
[15] Palabra Divina [lógos], H.J., op cit.
[16] Para Hans Jonas es “...y un fuego no mezclado surgió de la naturaleza húmeda de un salto, dirigiéndose hacia las alturas...”.
[17] O bien “al ígneo aliento”, H.J., op cit. Por su parte, De Samaranch, señala que en esta cosmología, el éter, sóplo ígneo, no se distingue claramente del fuego, como en la cosmología estoica en que el “pneuma”, que lo penetra todo, tiene las propiedades del fuego. Para Dodd, op. cit, se trata de un solo y mismo elemento.
[18] O bien “...levantándose tanto como el fuego de la tierra y del agua, de modo que parecía estar suspendido de éste...”, H.J., op cit.
[19] O bien “...pero la tierra y el agua permanecían en su sitio, entremezclados, de modo que la tierra no era discernible del agua; y se mantuvieron en audible movimiento a través del aliento de la Palabra que había nacido sobre ellos”, H. J., op. cit.
[20] Al existir el Nous y el Logos divinos a la vez en el mundo arquetípico y en cada uno de nosotros y suponiendo las mismas relaciones en los dos casos, se explican las relaciones de filiación entre Logos y Nous en Dios por la dependencia del Logos respecto del Intelecto en nosotros. Respecto de la presencia en nosotros del Nous Padre, ver Tratado XII, 8 y 9 y Tratado XVII, 14 del Corpus Hermeticum. Samaranch, op cit.
“Lo que ve y oye” hay que entenderlo en sentido espiritual, ver Tratado II, 5 del Corpus.
[21] Es decir “en mi propio intelecto”, idéntico al Nous Absoluto, H.J., op. cit.
Samaranch, op. cit. Señala que en la segunda visión, al igual que en la primera, el profeta ve en el Nous pero con su propio intelecto, gracias al Nous y al Verbo que están en él.
[22] O bien “... y bajo su firme control conservando su sitio”, H.J., op. cit.
[23] O bien “en tu entendimiento”, C.H. Dodd, “La Biblia y los Griegos”.
[24] O bien “el principio que precede al origen infinito” o quizá “el principio infinito que precede al comienzo”, H.J. op. cit.
[25] En griego “boulé”, palabra de género femenino. Para Dodd, op. cit, se traduce como “consejo”. Ver Asclepios, 20.
[26] Para H. J., op cit. “que, habiendo recibido a la Palabra en su interior y contemplando el bello [arquetípico] Cosmos, lo imitó, amoldándose a un cosmos [u ordenándose a sí misma] según sus propios elementos y su descendencia, es decir, las almas”.
[27] O bien “siendo andrógino”, H. J., op cit. Noción difundida entre los órficos, neoplatónicos y gnósticos. Ver Asclepios, 20.
[28] Ver Tratado XIII, 9, 18 y 19 del Corpus Hermeticum.
[29] Samaranch señana que el verbo “engendró” se aplica por la naturaleza andrógina del Dios Supremo. Ver Asclepios, 20. Pero también sin esa connotación, en Tratado V, 9 del Corpus.
[30] O bien “creó por medio de una palabra otro Nous, el Demiurgo, quien como dios sobre el fuego y el aliento...”, H. J, op. cit.
[31] Argumento corriente entre los estoicos; los planetas son los “gobernadores”. Samaranch, op. cit.
[32] En griego “Heimarméne”.
[33] O bien “la Palabra de Dios se separó de los elementos nacidos abajo”, H. J. op. cit.
[34] O bien “la Inteligencia creadora”, García i Amat, op. cit.
[35] O bien “...de un salto ascendente, en [la parte de] la creación física pura [la esfera demiúrgica] y quedó unida al Nous-Demiurgo, porque estaba hecho de la misma substancia”, H. J., op cit.
[36] En griego “sin logos”, puesto que el Logos (la Palabra) se había separado de ellos: al significar “ palabra” y “razón” el argumento no resulta totalmente claro en la traducción, H. J., op. cit.
[37] O bien “Y junto con la Palabra, el Nous-Demiurgo, circundando los círculos y haciéndolos girar con rapidez de trueno, puso a sus creaciones a circular en una revolución infinita, porque en su principio está su fin”, H. J. op cit.
[38] H. J. traduce “rotación de las esferas”.
[39] Es decir, del primer Nous que sigue siendo causa soberana de la creación, por más que ahora opere por medio de su hijo, el Nous Demiurgo. Dodd, op. cit, señala que este hecho –el primer Nous- atenúa el dualismo del Poimandres.
[40] Ver la descripción de los Valentinianos –Ireneo, I, 1, 1- de la primera “emisión” –“probolé”- del Dios Supremo –“proarjé”, pre-principio-. Este Dios proyectó un germen de su parte masculina en su parte femenina; ésta quedó preñada y “dio a luz el Nous, semejante y análogo al ‘emisor’, y el único que comprende o abarca la magnitud del padre”.
[41] “quedó cautivado”, H. J., op. cit. Ver Asclepios, 20.
[42] Las esferas celestes, H.J., op. cit.
[43] O bien “de su propio reino”; o bien “de su propia dote”, H.J., op cit.
[44] O bien “...deseó entonces romper la circunferencia de los círculos y superar [o ‘comprender totalmente’] el poder del que gobierna sobre el fuego”, H.J., op cit.
[45] O bien “del armazón de las esferas”, aludiendo a la idea de una estructura, de Samaranch, op.cit.
O bien “a través de la Armonía”, Hans Jonas, op cit., o bien “del armazón compuesto”, A.D. Nock, “Hermes Trismegiste, Vol. I Corpus Hermeticum”.
Los autores se muestran dubitativos en cuanto a la traducción de este término. Jonas se inclina por “Armonía” teniendo en cuenta el sentido astrológico y dinámico. Otros autores lo hacen en el sentido concreto que dicha palabra tenía en la jerga de los carpinteros: “unir”, “ensamblar”. Jonas afirma que para todos los traductores, la palabra denota una estructura material particular y no la esencia general de un sistema de poder, esto es, la ley de los movimientos interrelacionados del macrocosmos representados por los siete planetas. Para el autor, “armonía” denota un conjunto de fuerzas (los Gobernadores) que percibimos por su característica unificadora (la forma de su gobierno colectivo), y no solo un muro divisorio o una entidad más compleja de esta clase, como un andamiaje. Por otra parte el sistema esférico estaba hecho de fuego, algo que no encaja bien con la idea de una estructura.
Finalmente, García i Amat traduce como “maquinaria de las esferas”, volviendo a la idea de que se trata de una especie de estructura.
[46] O bien “y después de rasgar la bóveda...”, H.J, op cit.
[47] O bien “de todos los animales”, H.J., op cit.
[48] O bien “sólo el hombre tiene una doble naturaleza...”, H.J., op.cit.
[49] Ver Asclepios, 7.
[50] O bien “Porque, a pesar de que es inmortal y tiene poder sobre todas las cosas, sufre el hado de la mortalidad y está sujeto a la Heimarméne”, H. J., op cit.
[51] O bien “aunque era andrógino, por haber sido emanado del Padre andrógino, e insomne...”, H.J., op cit.
[52] El tema de la caída en el mundo comparada a un sueño y del mensaje de salvación comparado a un despertar, es corriente en toda la Gnosis, señala De Samaranch, op.cit. Ver Hippol., V, 14, 1.
[53] O bien “tenía en sí mismo la naturaleza de la Armonía de los Siete”, H.J., op cit.
[54] O bien, como parte de la mezcla procreadora, el hombre abandonó “la Vida y la Luz por el alma y la mente, la Vida por el alma y la Luz por la mente”, H.J., op cit.
[55] En el sentido de “especie humana”, en oposición a las demás especies animales, de Samaranch, op cit.
[56] Apunta H. Jonas, op. cit., que aquí se produce el único caso en que el autor del Poimandres demuestra cierta familiaridad con el Antiguo Testamento griego, en algo que parece una cita directa de Gn 1:22, 28, cuando Dios exhorta a la nueva creación bisexual: “Sed fructíferos y multiplicaos”.
[57] Este es, junto con el conocimiento de Dios, el tema central de la Gnosis, de Samaranch, op cit. Ver también Tratados IV, 4 y Tratado XIII, 10 del Corpus Hermeticum.
[58] O bien “Y [el hombre] dotado de una mente reconocerá que es inmortal y que la causa de la muerte es el amor”, H.J., op cit. Se trata del amor que el Hombre Primordial trajo a la naturaleza.
[59] “aiszetós”, en griego. Para de Samaranch, el significado sería “de una manera que puede ser percibida por los sentidos”, op. cit.
[60] O bien “Aquel que ha venido así a conocerse a sí mismo, ha ganado el bien supremo; aquel que, sin embargo, ha acariciado el cuerpo surgido del error del amor, permanece errante en al oscuridad, y sufre en sus sentidos los efectos de la muerte”, H.J., op cit.
[61] La primera causa del cuerpo individual es la odiosa oscuridad, a partir de la cual surgió la naturaleza húmeda, a partir de la cual fue constituido el cuerpo del mundo sensitivo y a partir de la cual la muerte extrae su alimento, H. J., op cit.
[62] Para de Samaranch, op cit, la traducción literal sería “en el que es regada...”. La asociación “mundo sensible-muerte” es un tema ordinario en la Gnosis.
[63] Para otros autores “va hacia Dios”.
[64] Para esos mismos autores “a conocer a Dios” o “a conocer al Hombre”.
[65] Aquí el Nous desempeña el papel de “daimon páredros” –demonio o genio asistente-. De Samaranch, op cit.
[66] O bien “a las imaginaciones” o “cerraré las salidas, extirpando las imaginaciones de las acciones...”, de Samaranch, op cit.
[67] Este “timorós daimon” –demonio vengador o castigador- se opone al “daimon páredros” –asistente-. Reaparece en el Tratado X, 21 del Corpus Hermeticum, bajo la forma de “daimon Hyperetikós” –servicial-, que flagela al alma impía con el látigo de sus vicios. Ver también Tratado XIII, 7.
[68] Para Nock, se trata de un sentido aproximado porque el texto aquí es oscuro.
[69] Jonas, op cit., explica los versículos 20 a 23 del siguiente modo: Los amantes del cuerpo se encuentran en la muerte y merecen la muerte. Por otro lado, el que se conoce a sí mismo sabe que el Padre de todas las cosas consiste en Luz y Vida, e igual por tanto que el Hombre Primordial que de él surgió, y por esto sabe que él mismo está hecho de Luz y Vida, y que a través de este conocimiento volverá a la Vida. Los sabedores de esto, llenos de amor hacia el Padre, antes de entregar su cuerpo a su propia muerte, abjuran de los sentidos cuyos efectos conocen; y el Poimandres-Nous los asiste en esta operación, actuando como guardián ante las puertas y prohibiendo la entrada a las influencias malignas del cuerpo. Los ignorantes se convierten en presa de todas las pasiones malignas, cuya insaciabilidad les atormenta y aumenta sin cesar la llama que los consume.
[70] Para Nock se trata del “daimon personal” de cada hombre.
[71] En griego “éthos”, carácter. Jonas, op cit., traduce “rindes al demonio tu naturaleza sensual, ahora dormida”.
[72] O bien “y los sentidos corporales vuelven a su lugar original entre los elementos”, Jonas, op cit.
[73] Para De Samaranch se refiere a las energías astrales.
[74] O bien “el artificio de la concupiscencia”, H.J., op cit.
[75] O bien “la arrogancia de la dominación”, Id.
[76] O bien “y la imprudencia de la acción impulsiva”, Id.
[77] O bien “la mentira que aprisiona”, Id.
[78] Señala De Samaranch que una serie análoga de siete vicios, puede encontrarse en Ireneo, I, 29, 4 –aunque menos directamente relacionados con las esferas-: Agnoia, Auzadía, Kakía, Zelos, Fzonos, Erinnys, Epizymía. El orden planetario seguido en la ascensión es el llamado “orden caldeo” y los vicios de que el alma se despoja corresponden sucesivamente a los “temperamentos” de la Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter y Saturno. Al ser Júpiter el astro que otorga honores y riquezas, el vicio correspondiente al círculo sexto son las ambiciones culpables que inspira y permite llevar a cabo la riqueza.
[79] O bien “despojado de los efectos de la Armonía”, H.J., op cit. O bien “despojado de lo que había producido la naturaleza de las esferas”, De Samaranch, op cit. Sobre este tema ver Plot., 6 y 7.
[80] Es decir, la octava esfera, la de las estrellas fijas.
[81] O bien “ahora en posesión de su propio poder”, H.J., op cit.
[82] O bien “y con los que allí ya se encuentra exalta al Padre; y los allí presentes se alegran con él por su presencia entre ellos, y habiéndose vuelto igual a sus compañeros escucha también a ciertos poderes, sobre la octava esfera, que exaltan a Dios con dulce voz”, H.J., op cit.
[83] O bien “nacen” o “renacen”, de Samaranch, op cit. Y ver también Tratado XIII, 6, 7, 10 del Corpus.
[84] O bien “Y, luego, se elevan hacia el Padre en procesión y se entregan a sus Poderes, y habiéndose convertido en Poderes ellos mismo, entran en la deidad. Éste es el buen fin de aquellos que han ganado gnosis: convertirse en Dios”, H.J., op. cit.
[85] “dynamis”, en griego. Para De Samaranch podría implicar poderes mágicos que permiten al alma vencer a los “gobernadores” en su subida hacia la Ogdóada. Ver. Hippol., VII, 32, 5.
[86] O bien “inscribí en mi memoria”, W. Scott, “Hermetica”. O bien “escribí en mí mismo”, Menard. O bien, “lo recogí por escrito en mí mismo”, De Samaranch, op cit. Ver también Papiro Oxyrh.
[87] Para más plegarias herméticas, ver: Tratado V, 10 y 11; Tratado XIII, 16/20 y Asclepios, 41.
[88] O bien “que se hace conocer por los que le pertenecen”, De Samaranch, op cit.
[89] O bien “Tú, cuya forma no ha podido reproducir la naturaleza en su totalidad”, De Samaranch, op cit.
[90] De Samaranch, op cit., indica que aquí se hace presente el tema de la “epékeina” –más allá, trascendencia-., presente también en los textos plotinianos.
[91] En griego, “Logikái zysíai” –sacrificios verbales-, en oposición a la ofrenda de incienso (Ver Asclepios, 41) o de una víctima. Pero es también el sacrificio del “logikós”, del que ha recibido el Verbo. Ver Protrept., X. Y Dodd, op cit.
[92] Ver nota 85.
[93] O bien “en la medida en que tú le has transmitido toda la potencia”, De Samaranch, op cit.
No hay comentarios:
Publicar un comentario