Cuando La Religión Pisa El Césped
De La Ciencia
Richard
Dawkins
Existe una cobarde blandeza del intelecto que aflige a gente que, normalmente racional, se enfrenta a religiones establecidas desde hace mucho tiempo (aunque, de manera significativa, no con tradiciones más modernas como
La ciencia y la religión no están
en conflicto, ya que sus enseñanzas ocupan dominios diferentes... Creo, con
todo mi corazón, en un concordato respetuoso, incluso amoroso [el
énfasis es mío]...
—Stephen Jay
Gould
Bien, ¿en qué consisten esos dos
dominios diferenciados, esos "Magisterios No Superpuestos" que
deberían apiñarse en un concordato respetuoso y amoroso? De nuevo, Gould:
La red de la ciencia cubre el
universo empírico: de qué está formado (hecho) y por qué funciona de esta
manera (teoría). La red de la religión se extiende sobre cuestiones del
significado y el valor moral.
—Stephen Jay
Gould
¿Quién
ostenta la moral?
Ojalá fuera tan perfecto. En un
momento abordaré lo que realmente dice el Papa sobre la evolución, y luego
otras afirmaciones de su iglesia, para ver si realmente están tan bien
diferenciadas del dominio de la ciencia. Sin embargo, primero haré un inciso
sobre la afirmación de que la religión posee algún tipo de preparación especial
sobre cuestiones morales. Esto lo acepta a menudo incluso la gente no
religiosa, presumiblemente con el ánimo de esforzarse civilizadamente por
concederle al oponente la mejor cualidad que puede ofrecer - por muy débil
que sea esa cualidad.
La pregunta "¿Qué es lo
correcto y lo equivocado?" es una pregunta genuinamente difícil que la
ciencia no puede responder. Dada una premisa moral o una creencia moral a
priori, la importante y rigurosa disciplina de la filosofía moral secular
puede buscar formas científicas o lógicas de razonamiento para sacar a
relucir implicaciones ocultas de esas creencias, o inconsistencias ocultas
entre ellas. Pero las propias premisas morales absolutas deben provenir de
algún otro sitio, presumiblemente de la convicción no argumentada. O, puede
esperarse, de la religión - lo que significa una combinación de autoridad,
revelación, tradición y escritura.
Desafortunadamete, la esperanza
de que la religión pueda proporcionar un lecho de roca a partir del cual
pueda derivarse nuestra moral (que de otra manera estaría basada en arena),
es una esperanza vana. En la práctica, ninguna persona civilizada utiliza las
Escrituras como autoridad última para el razonamiento moral. En lugar de eso,
escogemos las partes bonitas de las Escrituras (como el Sermón del Monte) e
ignoramos alegremente las partes desagradables (como la obligación de lapidar
a los adúlteros, ejecutar a los apóstatas y castigar a los nietos de los
delincuentes). El propio Dios del Viejo Testamento, con sus celos vengativos
y despiadados, su racismo, sexismo y ansias de sangre, no sería adoptado como
modelo de comportamiento literal por nadie que usted o yo queramos conocer.
Sí, por supuesto que es injusto juzgar las costumbres de una era antigua con
nuestros estándares ilustrados. ¡Pero ése es precisamente mi punto!
Evidentemente, tenemos una fuente alternativa de convicción moral última que
invalida a las Escrituras cuando nos conviene.
Esa fuente alternativa parece ser
algún tipo de consenso liberal sobre la decencia y la justicia natural que
cambia a lo largo del tiempo histórico, frecuentemente bajo la influencia de
reformistas seculares. Hay que admitir que eso no suena como un lecho de
roca. Pero, en la práctica, nosotros, incluídos los religiosos, le damos una
prioridad mayor que a las Escrituras. En la práctica, más o menos ignoramos
las Escrituras, citándolas cuando respaldan nuestro consenso liberal,
olvidándonos de ellas silenciosamente cuando no lo hacen. Y, venga de donde
venga ese consenso liberal, nos es accesible a todos nosotros, seamos
religiosos o no.
De manera similar, los grandes
maestros religiosos como Jesús o Gautama Buddha pueden inspirarnos, con su
buen ejemplo, a adoptar sus convicciones morales personales. Pero, de nuevo,
escogemos nuestros líderes religiosos, evitando los malos ejemplos como Jim
Jones o Charles Manson, y podemos escoger buenos modelos de comportamiento
seculares como Jawaharlal Nehru o Nelson Mandela. También las tradiciones,
por mucho tiempo que haya pasado desde que las seguimos, pueden ser buenas o
malas, y utilizamos nuestro juicio secular de la decencia y la justicia
natural para decidir cuáles seguir y cuáles abandonar.
La religión sobre el césped de
la ciencia
Pero esta discusión sobre los
valores morales no era más que una digresión. Ahora regreso a mi tema
principal de la evolución y de si el Papa cumple con el ideal de mantenerse
fuera del césped de la ciencia. Su "Mensaje sobre
Para crédito del Papa, en este
punto reconoce la contradicción esencial entre las dos posiciones que intenta
reconciliar: "Sin embargo, ¿no va la existencia de esa discontinuidad
ontológica en contra de esa continuidad física que parece ser la línea de
investigación principal en la evolución, en el campo de la física y la
química?"
Que no cunda el pánico. Igual de
a menudo que en el pasado, el oscurantismo viene al rescate:
Considerando el método utilizado
en las variadas ramas del conocimiento, es posible reconciliar dos puntos de
vista que parecen irreconciliables. Las ciencias de la observación describen
y miden las múltiples manifestaciones de la vida con creciente precisión y
las correlacionan con la línea del tiempo. El momento de transición a lo
espiritual no puede ser objeto de este tipo de observación que, sin embargo,
puede descubrir, a nivel experimental, una serie de signos muy valiosos que
indican lo que es específico del ser humano
En lenguaje
corriente, hubo un momento en la evolución de los homínidos en el que Dios
intervino e inyectó un alma humana en un linaje que previamente era animal.
(¿Cuándo? ¿Hace un millón de años? ¿Hace dos millones de años? ¿Entre el Homo
erectus y el Homo sapiens? ¿Entre el Homo sapiens
"arcaico" y el H. sapiens sapiens?) Es necesaria una
inyección súbita, por supuesto, porque de otra manera no habría distinción en
la que basar la moralidad católica, que es especiesista hasta la médula.
Puedes matar animales adultos como alimento, pero el aborto y la eutanasia
son asesinatos porque está implicada vida humana.
La "red" del
catolicismo no se limita a las consideraciones morales, aunque sólo sea
porque la moral católica tiene implicaciones científicas. La moral católica
requiere la presencia de un gran abismo entre el Homo sapiens y el resto del
reino animal. Tal abismo es fundamentalmente antievolutivo. La inyección
súbita de un alma inmortal en la línea del tiempo es una intrusión
antievolutiva en el dominio de la ciencia.
Hablando más generalmente, es
completamente irrealista afirmar, como hacen Gould y muchos otros, que la
religión se mantiene fuera del césped de la ciencia, restringida a la moral y
los valores. Un universo con una presencia sobrenatural sería un universo
fundamental y cualitativamente distinto de uno que no la tuviera. La
diferencia es, ineludiblemente, una diferencia científica. La religión
realiza afirmaciones sobre la existencia, y esto significa afirmaciones
científicas.
Lo mismo es cierto para muchas de
las principales doctrinas de
O se descompuso el cuerpo de
María cuando murió, o fue extraído físicamente de este planeta hacia el
Cielo. La doctrina católica oficial de
Hay algo deshonesto y auto
beneficioso en la táctica de afirmar que todas las creencias religiosas están
fuera del dominio de la ciencia. Por un lado, las historias milagrosas y la
promesa de la vida tras la muerte se utilizan para impresionar a la gente
sencilla, ganar adeptos y engrosar rebaños. Es precisamente su poder
científico lo que les da a estas historias su atractivo popular. Pero, al
mismo tiempo, se considera golpe bajo someter a las mismas historias a los
rigores habituales de la crítica científica: son temas religiosos y por tanto
están fuera del dominio de la ciencia. Pero no se puede jugar a dos bandas.
O, al menos, no se debería dejar a los teóricos y proselitistas religiosos
que jueguen a dos bandas. Desafortunadamente, demasiada gente, incluyendo a
gente no religiosa, está inexplicablemente dispuesta a dejarles.
Supongo que es gratificante tener
al Papa como aliado en la lucha contra el creacionismo fundamentalista. Es
ciertamente gracioso ver cómo se fastidian los planes de creacionistas
católicos como Michael Behe. A pesar de ello, si me dieran a elegir entre el
fundamentalismo genuino por un lado, y el doblepensamiento oscurantista y
nada ingenuo de
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